Muchas personas piensan que las caídas son una parte normal del envejecimiento. La verdad es que no lo son.
La mayoría de las caídas se pueden evitar y usted tiene el poder de reducir su riesgo.
Hacer ejercicio, controlar los medicamentos, hacer que le revisen la vista y hacer que el entorno en el que vive sea más seguro son algunas de las cosas que puede hacer para evitar una caída.
Cada año, el primer día del otoño, celebramos el Día Nacional de Concienciación para la Prevención de Caídas para llamar la atención sobre este creciente problema de salud pública. Para promover una mayor conciencia y comprensión, lo que sigue son 10 mitos —y la realidad— sobre las caídas de los adultos mayores:
Mito 1: Las caídas le suceden a otras personas, no a mí.
La realidad: Mucha gente piensa: “No me pasará a mí”. Pero la verdad es que 1 de cada 4 adultos mayores se caen todos los años en los Estados Unidos.
Mito 2: Las caídas son algo normal que ocurre cuando uno envejece.
La realidad: Caerse no es una parte normal del envejecimiento. Los ejercicios de fuerza y equilibrio, el control de los medicamentos, la revisión de la vista y la seguridad del entorno son medidas que se pueden tomar para evitar las caídas.
Mito 3: Si limito mi actividad, no me caeré.
La realidad: Algunas personas creen que la mejor manera de prevenir las caídas es quedarse en casa y limitar la actividad. No es cierto. La realidad es que realizar actividades físicas le ayudará a mantenerse independiente, ya que su fuerza y capacidad de movimiento crece al permanecer activo. Las actividades sociales también benefician su salud.
Mito 4: Mientras me quede en casa, puedo evitar las caídas.
La realidad: Más de la mitad de las caídas ocurren en el hogar. Inspeccione su casa para ver si hay riesgos de caídas. Arregle los peligros simples pero serios, como el desorden, las alfombras y la mala iluminación. Haga modificaciones simples en su casa, como agregar barras de sujeción en el baño, un segundo pasamanos en las escaleras y pintura antideslizante en los escalones exteriores.
Mito 5: La fuerza y la flexibilidad muscular no se pueden recuperar.
La realidad: Aunque perdemos músculo con la edad, el ejercicio puede restaurar parcialmente la fuerza y la flexibilidad. Nunca es demasiado tarde para empezar un programa de ejercicios. Aunque usted haya sido un “teleadicto” toda su vida, volverse activo ahora le beneficiará de muchas maneras, incluyendo la protección contra las caídas.
Mito 6: Tomar medicamentos no aumenta mi riesgo de caerme.
La realidad: Tomar cualquier medicamento puede aumentar el riesgo de caerse. Los medicamentos afectan a las personas de muchas maneras y a veces pueden provocar mareos o somnolencia. Tenga cuidado cuando comience a tomar un nuevo medicamento. Hable con su proveedor de atención de la salud acerca de los posibles efectos secundarios o interacciones de sus medicamentos.
Mito 7: No necesito que me revisen la visión todos los años.
La realidad: La visión es otro factor de riesgo clave para las caídas. El envejecimiento se asocia con algunas formas de pérdida de la visión que aumentan el riesgo de caídas y lesiones. Las personas con problemas de visión tienen el doble de probabilidades de caerse que las que no tienen problemas de visión. Hágase revisar los ojos por lo menos una vez al año y actualice sus lentes. Para aquellos con baja visión, hay programas y dispositivos de asistencia que pueden ayudar. Pídale a su optometrista una referencia.
Mito 8: Usar un andador o un bastón me hará más dependiente.
La realidad: Los andadores son muy importantes para ayudar a muchos adultos mayores a mantener o mejorar su movilidad. Sin embargo, asegúrese de usar estos dispositivos de manera segura. Haga que un fisioterapeuta le ajuste el andador o el bastón y le instruya en su uso seguro.
Mito 9: No necesito hablar con los miembros de mi familia o con mi proveedor de atención médica si me preocupa el riesgo de caerme. No quiero alarmarlos y quiero mantener mi independencia.
La realidad: La prevención de caídas es un esfuerzo de equipo. Hable con su médico, su familia y cualquier otra persona que esté en condiciones de ayudar. Ellos quieren ayudarle a mantener su movilidad y reducir el riesgo de caídas.
Mito 10: No necesito hablar con mis padres, mi cónyuge u otro adulto mayor si me preocupa su riesgo de caerse. Herirá sus sentimientos, y no es asunto mío.
La realidad: Hágales saber sus preocupaciones y ofrézcales apoyo para ayudarles a mantener el mayor grado de independencia posible. Hay muchas cosas que puede hacer, incluyendo la eliminación de peligros en el hogar, buscar un programa de prevención de caídas en la comunidad, o establecer un examen de visión.
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